Un aprendizaje vital desde la parábola del Hijo pródigo
La catequesis de este viernes nos ha invitado a reflexionar sobre la importancia de la confesión como una actualización espiritual, necesaria para mantener nuestra relación con Dios en buen estado. Nuestro corazón necesita renovarse con el sacramento de la reconciliación.
Los confirmandos han profundizado en que la confesión nos permite sanar nuestra alma y recibir el amor y el perdón de Dios. Cuando ignoramos su presencia o nos alejamos de Él, nos alejamos de la vida verdadera, pero siempre tenemos la oportunidad de volver a empezar.
En el Evangelio de Lucas (15, 11-32) Jesús nos enseña la historia del padre misericordioso, que recibe con los brazos abiertos al hijo que se había alejado. Esta parábola nos recuerda que Dios nos espera siempre para perdonarnos y darnos una nueva oportunidad.
El grupo ha recordado el “Método R5 para la confesión” para realizar una buena confesión:
Reconocimiento: Aceptar nuestros errores. Remordimiento: Sentir dolor por nuestras faltas. Relatar: Expresar con sinceridad nuestros pecados ante el sacerdote. Reparar: Intentar corregir el daño causado. Reformar: Esforzarnos en no cometer los mismos errores.
La confesión es un encuentro personal con Dios, un regalo de amor y misericordia. ¡Aprovechemos esta oportunidad para renovar nuestra fe y acercarnos más a Dios!
Recuérdeme
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